Durante años se ha tenido la creencia de que con las fajas para adelgazar podrás tener mayores resultados. ¿Pero realmente será así?. En este artículo te diré la verdad sobre el uso de las fajas.
Fajas para Bajar de Peso: Lo que nos dicen
En el mercado existen infinidades de productos que «ayudan» a la salud. Uno de estos productos son las fajas que se afirman que son moldeadoras y reductoras
Los comerciantes de estos productos afirman que su uso contribuirá a la pérdida de peso y no solo eso también moldea nuestros cuerpos. Todo esto se logrará gracias a la transpiración que hará generar.
Déjame decirte que no son más que falacias. Realmente, el uso de las fajas harán únicamente que te deshidrates. Una vez que finalice su uso nos sentiremos más «livianos» en ese momento, debido a la pérdida de líquidos.
El uso de fajas es capaz de restringir la circulación sanguínea si su uso es muy prolongado. Lo cual puede provocar mareos e incluso desmayos.
Y con respecto al moldeamiento lo que sucede es lo siguiente. Las fajas al ser un comprensor desplazará los adiposos (grasas) a otra parte del cuerpo. Al finalizar el uso de la faja volverá a la distribución anterior.
¿Por qué sudamos?
La sudoración es algo natural de nuestro organismo. Lo cual es un mecanismo que se suele usar para regular la temperatura corporal. Además a través de la sudoración eliminaremos toxinas.
El verdadero uso de las fajas
Una faja puede ser muy beneficiosa sólo para una sola cosa. Esto sería para ofrecer estabilidad, más específico al tronco o core.
Puede ser muy bueno para aquellas personas que no tengan un core lo suficientemente fuerte o tengan que inhabilitar la fuerza del mismo ya sea por una operación, etc. Esto se logrará gracias a su capacidad de comprimir.
Fajas para bajar de peso: A tener en cuenta
Si realmente el objetivo es perder peso, no busques soluciones rápidas. La pérdida de peso es un proceso que requerirá esfuerzo y constancia. Esto no se dará de un día para otro.
La pérdida de peso se dará con un balance energético negativo. Producto de un déficit calórico o por gastar más de lo que consumimos provocando por la actividad física.